martes, 11 de agosto de 2009

SOBRE LA TOMA DEL CASO DR. TOMAS P. PASCHERO

DISERTACIÓN SOBRE LA TOMA DEL CASO HECHA POR

EL DR. DON TOMAS P. PASCHERO

EN LA ULTIMA SESIÓN DE LA VII ASAMBLEA DE HOMEOPATÍA

DE MEXICO DE AGOSTO DE 1976


{Trascripción de una grabación magnetofónica)

"La Homeopatía es la verdadera medicina porque es la única que permite conocer verdaderamente al hombre"…"Cuando Hahnemann descubre la psora constituye un momento verdaderamente trascendental para la especie humana"…"Ello entraña una gran responsabilidad para los discípulos de Hahnemann".

Hahnemann dice que el médico homeópata debe saber qué es lo que debe curar en cada caso en particular. Ello entraña un compromiso de vital im­portancia porque tiene como corolario, que tenemos que comprender la natura­leza humana, profundamente; saber qué es el hombre; lo que acude a nosotros reclamando una ayuda que le podamos prestar.

En el Organon, que ha sido el libro para la historia de la medicina, como único en el mundo porque responde a todas las inquietudes y vicisitudes y as­pectos de la medicina. En él, nos dice el maestro que el enfermo debe ser estu­diado en sus síntomas mentales, en sus síntomas generales, de la esfera sexual, sus deseos y aversiones, con todas las modalidades de todos estos síntomas en particular. Con esto quiere establecer que debemos tomar al enfermo como una totalidad y comprenderlo en una imagen total, no parcial; no "parcelarlo" como hace la medicina alopática en órganos o en sistemas porque el ser humano no es solamente un organismo, sino algo más; Hahnemann apela entonces a que com­prendamos lo que debemos curar en un enfermo, al conocimiento de lo que constituye un ser humano, como una persona y esto es de vital importancia, que comprendamos lo que es una persona humana. Para ello necesitamos desentra­ñar cuáles son las vicisitudes profundas que le permitieron establecer la enfer­medad, esto es, su patología por la que acude a la consulta y le llevan a tratar que el médico le ayude a realizarse en algo que él mismo ignora de cierta ma­nera y por lo que hasta cierto punto, no se da cuenta por lo que acude al mé­dico. Está enfermo no porque tiene una enfermedad, sino que tiene una enfer­medad porque está enfermo.

Empezaré por decir que esa visión de totalidad debe ser deducida a tra­vés del comportamiento, de la actitud total del enfermo, de la actitud vital que se transparenta a través de su conducta, desde su ego. La forma como se pre­senta, como hable, como diga las cosas y lo que quiere decir con su relato; es lo que como bien decía el Dr. Proceso, constituye la máscara con la que, como en las tragedias griegas, se reviste un ser humano para presentarse en la vida, para comunicarse con los demás. Ha creado esa máscara como una reacción caracterológica que le permite en cierta manera, evadirse de lo que en el fondo constituye su tragedia y que es fundamentalmente la psora; la psora que es ansiedad; en otras palabras, disposición del terreno para la enfermedad. Esa ansiedad psórica es precisamente la separación del todo y constituye una posición individualista que no permite al ser humano evolucionar correctamente hacia la adultez, que no le permite comprender que debe mantener una liga o religarse con el TODO o sea con el Ser Supremo, del que tiene su forma y su conciencia moral.

Comenzaremos por preguntarle cómo fue su infancia, cuál es su situación actual y cómo se produce en sus ocupaciones, en su profesión o en su vida común. El paciente no va a decirnos, por ejemplo, que es inestable, esto no tendría ningún valor; nosotros vamos a preguntar sobre su vida y trataremos de constatar que se reviste con una capa caracterológica presentándolo como lo que no es, y trataremos de indagar lo que es íntimamente, no por lo que pueda decirnos explícitamente, sino de los síntomas mentales que nos revela a través de su relato de cómo sufre familiarmente y en sus ocupaciones; cuáles fueron sus frustraciones en sus afectos, en sus amores, las vejaciones, mortificaciones, inhibiciones, sus corajes, desilusiones y todo aquello emocional y sentimientos que se han producido en su vida con relación a sus padres, hermanos, compañeros y prójimos en general; es decir, con el mundo. Puesto que el ser humano es en realidad o en esencia, lo que es en su relación con el todo, con lo demás y esto; lo que el homeópata tiene la obligación de conocer e indagar día tras día, hora tras hora, consulta tras consulta y paciente tras paciente.

Toda esta relación de su desarrollo la iremos anotando y posteriormente, indagaremos todo lo que puede expresarnos de su propio yo; de su humanización e integración en el mundo, de su proceso de realización como persona humana que consiste en superar evolutivamente el autismo infantil y contemplativo, egoísta, para transformarse en un ser adulto; consciente y responsable de su ser intimo y espiritual que lo capacita para regir sus impulsos vitales, afectivos y que lo hacen persona, pero ya en un sentido superior convirtiéndolo en un ser activo y que trasciende en el amor al prójimo, con lo que el ser humano expresa su realidad esencial; en su posición afectiva para con sus semejantes. Esto constituye su meta psicobiológica. Puedo decir a ustedes después de tantos años de estar ante el enfermo que si éste no ha trascendido su egoísmo infantil captativo y lo sostiene hasta la muerte o hasta los 60 años nunca dejó o ha dejado de ser chico y que si se casó fue para obtener cariño, y que si tuvo hijos fueron también un obstáculo para su propio desenvolvimiento personal porque los constituyó en sustitutos paternos y maternos; —por eso muchos le llaman mamá a la hija o papá al hijo— denotando que no han modificado su actitud mental afectiva, debe modificar sus impulsos vitales y afectivos hacia una apertura de integración con el mundo; si no logramos esto no

se cumple la verdadera ley de curación que es precisamente aquella que pugna, que trata de impulsar al ser humano a su auténtica expresión como persona humana, como ser espiritual consciente y responsable, que debe darse a sus semejantes y dar amor, trascender su vitalidad hacia todo y hacia Dios.

El impulso afectivo vital o voluntad de curación está en el proceso de ma­duración psicobiológica en sus tres manifestaciones: como instinto de nutrición y crecimiento; como instinto sexual y de reproducción; como instinto de auto-estimación que al establecer conflicto con su conciencia y con el ser supremo que reside en ella produce los síntomas o trastornos del estado de ánimo que debemos detectar en la actualidad: el celo, el temor, la angustia, la ansiedad, la irritabilidad, la rabia, la violencia, la impaciencia, la inquietud, la tristeza, la desesperación, el llanto, el deseo de consuelo, la euforia, la manía, la crisis histérica, la neurosis compulsiva u obsesiva, el escrúpulo, los síntomas todos que en el fondo constituyen la reacción defensiva frente a la ansiedad psórica. Es por lo tanto, que los síntomas mentales deben ser comprendidos como reacciones psicofisiológicas producidas en el curso del proceso de maduración o de adaptación cosmo-bio-social que implica la integración del hombre en el mundo y que re­petimos, no son los explícitos por el enfermo sino los que están detrás de su re­lato biográfico. Ese relato no se referirá solamente a la biopatografía sino so­bre todo a la definición de su sufrimiento anímico a través de la vida, consi­derando siempre que el espíritu es una parte constitutiva del ser humano, que tenemos delante, y que por ello debemos de estudiar en él su psique, su cuerpo y su espíritu. Si conocemos solamente el cuerpo, no vamos a ninguna parte y si obramos sólo sobre él, hacemos supresión con peligro de su psique, si obramos sólo sobre sus síntomas neuróticos, hacemos más graves supresiones como nos consta en la práctica diaria que hacemos los homeópatas cuando sólo se escoge un medicamento similar y no el similimum que involucre la totalidad del sujeto y entonces, repito, hacemos supresiones muy graves, por eso hay que acentuar esto y recordar nuestra responsabilidad ya que manejamos una medicina humanista por excelencia y que no debemos salirnos de la ruta hahnemanniana. De­bemos curar y tratar esa totalidad de cuerpo, psique y espíritu y debe curarse no desde su cuerpo ni desde la psique sino desde el espíritu; ahí está precisa­mente el centro de nuestra actuación. Trataremos pues de comprender cuál es el conflicto espiritual.

Al manejar el repertorio, encontramos entre muchos síntomas el de la an­siedad de conciencia. La ansiedad de conciencia es precisamente el conflicto en­tre los impulsos vitales que son ciegos y los valores frente al espíritu que da la idea y la imagen de los valores que debe perseguir el impulso vital y en esta consecución reside el problema de humanización que produce los conflictos neu­róticos de los que derivan todos los síntomas mentales que debemos comprender y hacer el diagnóstico en base a ello para permitir que el ser humano cumpla con los altos fines de su existencia como dijo Hahnemann y los altos fines de su existencia consisten precisamente en ese proceso de humanización que el enfermo tiene que conseguir.

La Homeopatía no es ciencia solamente, la Homeopatía es un arte por exelencia y tenemos que comprender perfectamente que el arte es la captación de las esencías y si nosotros no somos capaces de captar la esencia del ser humano no seremos verdaderos médicos; seremos sólo médicos científicos y organicistas toda la vida y tendremos repugnancia por la palabra espíritu que es lo que nos lleva a percibir la existencia del ser supremo en nosotros mismos, en nuestra propia conciencia.

El hombre en cuanto a su persona es el único que puede elevarse por encima de sí mismo como ser vivo y partiendo de su centro, situado, por así decirlo, más allá, fuera del mundo témporo espacial y por lo tanto fuera de sí mismo, Este centro, a partir del cual el ser humano objetiva el mundo, objetiva el cuerpo, y que objetiva su psiquis, no puede estar ni en el mundo ni en su cuerpo ni en psiquis; está fuera del mundo. El ser humano es un ser metafísico y por tanto, está regido por algo que está fuera del mundo en conexión con el Ser Supremo, pero que no tiene forma, que está fuera del tiempo y del espacio y que por lo tanto sólo puede residir en lo que es el fundamento supremo de todas las cosas, como de los seres vivos. El hombre por lo tanto es superior a sí mis­mo y mundo temporal.

No quiero que ustedes tomen esto sino como un incentivo para la reflexión, pues la reflexión es un compromiso en que nos ha puesto Hahnemann y que yo trato de suscitar en ustedes para que comprendan lo que tienen delante de un enfermo.

El Médico Homeópata debe formarse como ser humano; debe ser antes que médico, un hombre consciente de su persona; una persona que realiza en sí misma su ser esencial para comprender por empatia al enfermo, su semejante que tiene delante en virtud de ese lazo impalpable, profundo que lo une a ese enfermo. Así, comprenderá sus miedos y sus angustias. El médico no será sólo un computador de síntomas tomando al enfermo como un objeto; ¡de ninguna manera!, tiene que tomarlo como un sujeto porque antes el médico se comprendió también como sujeto. Así podrá saber de la autenticidad de la angustia o de la ansiedad, como de todos sus demás síntomas y modalidades. Aquí debo recordarles que la verdad no es posterior al conocimiento de la realidad. El conocimiento de la realidad no es posterior sino anterior a toda representación del mundo. En el acto médico, es necesaria la percepción de la vivencia primordial, la percepción sensible que nos permita comprender antes que toda especulación la esencia de esa fuerza; sentiremos que hay algo en ella que se ha fundido con nosotros y que nos ha puesto en contacto íntimo con ella y podemos comprenderla y comprender hasta qué punto por ese camino está bloqueado en su desarrollo espirtual que no le permite su curso adecuado en las tres ca­tegorías que hemos señalado. La de su nutrición y su crecimiento, la de su se­xualidad y relación con los demás y en su autoestimación y afán de poderío. Aquí debo aclarar que los impulsos no deben ser reprimidos como aconseja el psicoanálisis sino deben ser dirigidos; los impulsos tienen por así decirlo, velo­cidad, porque son de la energía vital

y aunque son ciegos a las ideas y a los valores, el sujeto debe tener conciencia para regirlos y dirigirlos y lograr que su energía vital los utilice para los altos fines de su existencia como postula perfectamente Hahnemann. Él nos dice otras cosas muy profundas que no es­tán escritas explícitamente, pero que sugieren todo lo que estoy diciendo y mu­cho más todavía, con lo que nos hace comprender que lo importante no es que el ser humano tenga enfermedades sino qué actitud asume frente a sus enfer­medades y esa actitud espiritual tenemos que reconocerla nosotros a través de su proceso de maduración y de humanización. Si no comprendemos esto, no com­prenderemos realmente cuál es nuestra misión.

El insistir sobre estos aspectos de nuestro proceder de homeópatas ha sido el motivo de esta charla ante ustedes.

2 comentarios:

Jorge L. Torres Cruz dijo...

Magnifica disertacion del Insigne Maestro Dr.Paschero,con su infinita sabiduria nos hace aterrizar y ver lo que no se ve en cada paciente para poder ayudarlo en el restablecimiento de su salud, por eso para practicar el arte de curar debemos captar la verdadera esencia del se humano, y entonces si podremos decir soy un verdadero medico.
Gracias Dr.tomas P.Paschero

Catedra Clinica Homeopatica dijo...

Gracias por el comentario.